Este es un tema tan debatible y controversial que te obliga a pensarlo bien antes de hacer una reflexión pública acerca del mismo.
Las redes sociales hoy en día están en un auge cada vez mayor, y yo como usuario fiel no escapé a su influencia.
Cuando abrí mi cuenta hace ya algunos meses, encontré en esta plataforma un respiro a la vanidad de Facebook, una real herramienta de comunicación en directo. Leer las noticias en tiempo real al mismo que poder interactuar con miles de personas sin importar tu fisionomía, clase social o entorno fue el motivo por el que ganó mi interés de inmediato.
Trending topics, hashtags, menciones y retweets han sido términos que tuve que incluir en mi vocabulario para poder amoldarme y ser miembro activo en la comunidad. Pero como todo no es color de rosa, poco a poco ese positivismo se ha visto mermado.
Cuantas veces he leído a medida que aparecen “Reglas del buen Twittero”, “Normas de reciprocidad” etc… ¿Qué significa esto realmente? ¿No se supone que es una plataforma libre en la cual tengo el derecho a expresarme y actuar según mi forma de ver las cosas?
Muchos te dicen que debes generar contenido interesante, información común y nunca personal para poder lograr seguidores y sobretodo mantenerlos. Entonces es de suponer tener que convertirme en especie de periódico digital en orden de ser aceptado y nunca escribir algo relacionado a mi vida personal. Si disfruté un plato que nunca había probado, si viaje y conocí un lugar con el que soñé visitar ¿es completamente banal y falto de contexto el compartirlo?
A veces parece que me encuentro en una fiesta de etiqueta, en la cual si rompo los “patrones” de cómo comportarme, sería rechazado por los demás asistentes a la reunión.
¿Reciprocidad o una Oda al Ego? Prácticamente se ha convertido en una especie de ofensa el no seguir a quien te sigue. Tengo que verme obligado a recibir una marea de comentarios los cuales en buena parte no son de mi interés, sin mencionar que se consume como agua mi plan móvil de datos.
De estos estándares se salvan todos los famosos. Estos pueden hacer alarde prácticamente de millones de seguidores, incluso realizar apuestas al respecto para conseguirlos, sin beneficio alguno para el que los sigue. Creo el único podría ser el hecho de que en algún momento tu artista u actor favorito te llegara a mencionar.
La reciprocidad debe existir en esta clase de medios pues todos merecemos ser leídos y cada uno tiene algo interesante que decir, pero al igual que en el trato y las amistades en persona, cada quien tiene su público.
Yo personalmente estoy cambiando mi manera de percibir a Twitter. Ya no es para mí una verdadera red social en la cual todos estamos involucrados en lo que se escribe, sino un entorno en el cual puedo recibir información en tiempo real.
En la actualidad sigo a unas 600 y tantas personas, de los cuales diría unas 60 son con los que realmente interactúo. Cuando hago publicaciones de mi blog es evidente que aquellos directamente interesados en mis posts son esos 60, de resto difícilmente podrían percatarse, a menos que sean mencionados directamente.
Sé que para muchos la cantidad es importante, es como su rincón de fama propio. Yo en lo personal prefiero ser seguido por aquellos que realmente están interesados en lo que yo pueda expresar, sabiendo que sean 80, 800 o miles más, es por un interés real.
Preferiría seguir a aquellos que tienen un significado positivo para mí y por ello estar al pendiente de lo que expresan, no por mantener un número.
Todo es una evolución.
El tiempo dirá el camino que tome Twitter y como sea visto por la comunidad que lo integra.
José Laurencio.